NOCHEVIEJA… AÑONUEVO

Dali

¡Tiempo de festejo!… ¿Qué festejo?... ¡Ay, no lo sé!

Dicen que un ciclo termina y otro comienza… Sé que así es porque me lo han enseñado, sin embargo me pregunto: ¿por qué termina este día y comienza este otro?

Miro al cielo y no noto diferencia con ayer o anteayer o el mes pasado. No cruzan cometas, ni caen estrellas. Nada cambia a mi alrededor a pesar de ser un momento tan especial. No todos los días muere o nace un año…

Más llamativo resulta saber que a pesar de ser un evento importante no lo es en todo el mundo, lo que implica que en realidad a lo largo del viaje solar la muerte y el nacimiento de un ciclo depende, no del ciclo mismo, ni de nada natural, sino del criterio humano.

Entonces cuando me pregunto que festejo, me respondo que estamos festejando una de las tantas ideas humanas arbitrarias. Una convención. Algo vacío de ritual y de comunión con la naturaleza. ¿Será por eso que estas fechas traen más dolores de cabeza que satisfacciones?

A la hora de preguntarme indago en el origen de esta celebración cada día menos celebrada.

Allá lejos y hace tiempo el hombre comenzaba poco a poco a curiosear su entorno, su persona, su universo. En ese curiosear fue descubriendo y seguramente una de las primeras cosas que descubrió (por lo rotundos y evidentes que son) fueron los ciclos. La vida está hecha de ciclos dentro de ciclos. Inicios, proceso, fines…. La planta, el humano, el cielo…todo responde a estos pasos a estos ciclos. En un momento del tiempo el sol calentaba menos, el día era más corto, la noche más larga, luego poco a poco todo cambiaba, una y otra vez, hasta que el curioso humano comprendió el ritmo y supo preverlo.

Siendo como es tan imponente el poder de la vida, de la tierra y de los cielos, (aunque nosotros de tan tecnológicos que andamos nos queremos darnos cuenta), nada más lógico que intentar apoyar a esa naturaleza para que ella apoyara la vida humana, y así posiblemente nacieron los primeros rituales. Entre ellos, claro está, la celebración de los momentos más extremos del cielo: ¡sus solsticios!

Invierno y verano. Tiempo de la noche y tiempo del día. Muerte y renacimiento. Las hogueras ardiendo ya para espantar la negrura, ya para llamar al sol renacido.

Y así los pueblos fueron creando su modo particular de celebrar esos momentos extremos y significativos en su diario vivir. Momentos marcados por el clima, por las cosechas, por los aromas y colores de la naturaleza y del cielo. Momentos que por si mismos anunciaban el cambio.

Esos hombres miraban y veían. Nosotros vamos de Shopping…

En este fin de ciclo cultural, por todo lo antedicho, comparto con todos un poco de la historia de la Nochevieja y su secuaz el Añonuevo….

 

Hasta hace cuatro siglos, el año nuevo se festejaba en casi todo el mundo alrededor del 21 de marzo, en coincidencia con el equinoccio de Primavera boreal, estación de los brotes que por si misma recuerda el inicio de un nuevo ciclo, el comienzo de la nueva vida tras el guadañazo del invierno. Esta fecha tan llena de significado pues bastaba mirar alrededor para darse cuenta que algo nuevo comenzaba (salvo para los Celtas por ejemplo que entendían los inicios no en lo visible o diurno sino en lo invisible y nocturno).

Las cosas cambiaron, la humanidad cambio y así llegamos a la fecha actual de fin de año. Fecha propia de lo que llamamos civilización occidental y cristiana (aunque hoy en día la asumen todas las culturas incluso las que tiene sus propios Años Nuevos… ¡ay la globalización!) nacida junto al calendario gregoriano, (creado por el papa Gregorio XIII) en 1582.

Antes del papa, fue Julio César el que adaptó el calendario Egipcio, eligiendo el inicio del año de una manera más o menos arbitraria; modificando así, el calendario romano antiguo de 355 días, y que comprendía 10 meses. La intención de Julio Cesar era establecer un calendario de 365 días y cuarto, fijando un año bisiesto cada cuatro. Con 10 meses cada uno, y haciendo coincidir el inicio del año con el día más corto (solsticio de invierno, lo que hoy es alrededor del 21 de diciembre). Con ello, el invierno comenzaría el primero de enero. Sin embargo, el pueblo Romano era muy supersticioso y deseaba un calendario lunar. Exigió a través del senado, que el año comenzáse en la luna nueva de ese año, la que se presentó 10 días después del solsticio de invierno. A Julio le siguieron otros con este gusto por modificar calendarios, hasta que, como dije antes, el papa Gregorio designó su propio calendario como único verdadero. Calendario que tiene varios y graves errores de cálculo, a los que no les prestamos atención, por que a los fines diarios, no nos afecta en nada y lo mismo nos da estar viviendo en el años 2009 que en el 7800.

Según la tradición judeo-cristiana, el 1 de enero coincide con la circuncisión de Cristo (al octavo día de su nacimiento), cuando recibe el nombre de Jesús (según el Evangelio de Lucas 2.21) y por eso se lo toma como inicio de un nuevo ciclo.

Cierto o no que Jesús haya nacido en esa época, lo real es que la religión cristiana para instalarse con todo su poderío no pudo menos que apropiarse de las fiestas paganas (cultos al sol) y darles su versión. ¡Imposible cambiar costumbres milenarias!, por lo tanto la celebración del solsticio (ya de invierno en el hemisferio norte, ya de verano en el hemisferio sur) pasó a convertirse de buenas a primeras en fiesta cristiana y más tarde en fiesta cultural, en la que ya no se celebra ni el triunfo ni la derrota del sol (a diferencia de la humanidad del pasado que creía en la importancia de vivir sintonizados y respetuosos de la naturaleza, somos tan inteligentes que estamos seguros que por siempre la naturaleza se comportará tal y como queramos hagamos lo que hagamos), sino la llegada de las vacaciones y el aguinaldo.

Claro que fuera de estas formalidades a lo largo de cada año distintos pueblos continúan festejando sus propios ciclos. Por ejemplo los chinos tienen su propio Año Nuevo Chino (en chino: 春節, 春节, Chūnjíe; 農曆新年, 农历新年, Nónglì Xīnnián) que está basado en el calendario lunar utilizado tradicionalmente y cae en la segunda luna nueva después del solsticio de invierno boreal (21 de diciembre). Debido a su carácter lunar, no puede fijarse en un día del calendario gregoriano, por lo que puede suceder cualquier día entre el 21 de enero o el 21 de febrero. Para 2010, el año chino habrá de comenzar el 14 de febrero y será entonces el año del tigre. Valga aclarar en medio de tanta divergencia que este pueblo no festeja el 2010 sino del año 4708, pues su calendario es comenzó a contabilizar los años mucho antes de la llegada de Jesucristo. Curiosamente para los tibetanos será el 2137 que corresponde al Tigre de Hierro; y para los musulmanes es el año de 1432.

¿Eso es todo? ¡No!

El pueblo judío no está por iniciar el 2010, ni en el 4708, ni…ni… sino el ¡5771! , que valga aclarar no comienza pasado mañana sino el 9 de septiembre del 2010. Es que según ellos la humanidad comenzó con la Génesis del mundo, que aconteció, según la tradición, el día domingo 7 de octubre del año 3761 a. C.; fecha equivalente al 1 del mes de Tishrei del año 1.

Por su parte en la misma fecha festejan su Tết, (Año nuevo) los Vietnamitas, lo que no sé es que en que año creen ellos estar viviendo (disculpen mi falta de información)

En Japón el 31 de diciembre se realiza una limpieza a fondo de las casas (oo-sôji) y se cambian las puertas y ventanas de papel de arroz ya gastadas. Toda la familia suele colaborar en esta limpieza. Mientras tanto, la madre prepara el o-sechi-ryôri, o comida tradicional de Año Nuevo, que se suele comer durante los tres primeros días del año y que incluye una gran variedad de alimentos, todos ellos con su significado: besugo ( tai ), porque se pronuncia igual que la última sílaba de la palabra medeTAI, ("felicidad, festividad" ); tubérculos de raíz de loto ( renkon), porque sus agujeros sirven para "ver el futuro", y gambas ( ebi), para supuestamente "poder trabajar toda la vida hasta que se doble la espalda como una gamba". Esa misma noche de Fin de Año, la familia se reúne al calor del kotatsu, o mesa-brasero, para comer mandarinas. Y muchas cosas más que contaré en otra ocasión….

Mientras tanto muchos miembros de la Iglesia ortodoxa, respetan el calendario juliano celebrando el Año Nuevo el 14 de enero. En cambio los musulmanes lo celebran el 1 de muharram, aproximadamente fines de enero e inicios de febrero. Casi, casi como el Losar, celebración del Año Nuevo tibetano, celebrado entre enero y marzo. Poco después encontramos al Pueblo Iraní celebrando para el equinoccio primaveral (entre el 18 y el 22 de marzo) Nouruz, (su Año Nuevo). “Noruz” significa literalmente “nuevo día” en persa (lógico porque es una celebración de origen persa), y la conmemoración marca el comienzo del año solar y por lo mismo se celebra el despertar de la naturaleza. La misma fecha y fiesta se festeja en Afganistán, Asia Central, Azerbaiyán, partes de Pakistán e India, y entre los Kurdos.

Otros pueblos eligen también el tiempo del equinoccio de primavera para experimentar la muerte de un ciclo y el nacimiento de un nuevo ciclo, por ejemplo encontramos el Naw-Rúz, celebración de la fe bahá'í. El Ugadi, que es la celebración del Año Nuevo Telugul.

En cambio en Tailandia, Camboya, Birmania y Bengala, se celebra entre el 13 y 15 de abril. ¿Por qué? No lo sé.

Por su parte los pueblos originarios de Sudamérica festejan su año nuevo el 21 de junio, con el solsticio de invierno. Así encontramos por ejemplo que la fecha elegida por el pueblo Mapuche. Su Año nuevo: We Tripantu, se festeja en pleno solsticio de invierno (para el hemisferio sur), alrededor del 24 de junio. El pueblo Aymará lo celebra en la misma época, pero…. Celebra el año ¡5517! Y no se trata acá de una cuestión de aguinaldos o vacaciones sino que consideran a este umbral entre la estación del Otoño al Invierno como el advenimiento del tiempo de preparación y tributo a la Pachamama (Madre Tierra)

Por su parte los incas celebran su Cápac Raymi, el 22 de diciembre. El primer viernes de marzo lo festejan los Olmecas, y los Mexicas festejan su Matlaktli Calli (diez-casa), alrededor del 12 de marzo.

El pueblo Judío por su parte llama a este evento Rosh Hashanah, y lo celebra en septiembre. Casi en la misma fecha que festejan los Etíopes su Enkutatash.

Otras fechas son por ejemplo el 1 de Vendimiario, celebración de Año Nuevo de acuerdo al calendario republicano francés, equivalente al 22 de septiembre. Fecha que hay que decirlo casi nadie festeja….

Para los Celtas es Samhain, cerca del 1 de noviembre. Casi la misma fecha (prefieren mediados del mes) eligen los hindúes para su festival de Diwali.

Entre los aborígenes guanches de Tenerife (Canarias, España), se celebraba con la recogida de las cosechas (aproximadamente el 15 de agosto), y era llamado Beñesmer.

Hace 4000 años los babilonios vieron en esta repetición de las estaciones un motivo digno de celebrarse e instauraron un ciclo festivo que dejaría corta la juerga más movida de nuestra época: eran 11 días de celebración, que comenzaban cuando la primavera describía sus primeros trazos entre los jardines colgantes de Babilonia. Bo eran los únicos hay que decirlo. Los egipcios también recibían con algarabía las señales que preludiaban el nuevo año, cosa que sucedía en el momento en que el río Nilo empezaba a crecer y el caudal se hacía propicio para la siembra.

Es evidente con todo esto que el año puede comenzar cuando se nos de la gana, y podemos estar viviendo en cualquier año…todo es al fin y al cabo cuestión de creencias, sobre todo ahora que nuestro ritmo cotidiano no esta estrictamente regido ni por el punto de vista religioso ni por el agrícola, indicando los tiempos de siembra, apareamientos, cosechas….

Volviendo a mi pregunta inicial ¿Qué festejamos?

No sé que opinen ustedes, lo que es yo me he quedado sin respuesta, con muchas dudas y con un deseo profundo de experimentar una celebración plena de sentido.

 

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Comentarios

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