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Mostrando entradas de enero, 2009

El valor de la narración oral

Vivimos una época en que poco recordamos el valor de la palabra como constructora de vínculos, puentes, caminos, espacios creativos y también espacios para recordar que somos únicos y simultáneamente partes de un todo mayor que a su vez está inserto y es parte de otro todo mayor. Cuando contamos nuestra historia, cuando escuchamos las historias de los otros, cuando recordamos y mantenemos vivas las historias de todos los tiempos crece nuestra conciencia. Alcanza nuevas dimensiones, se enriquece y se abre a las tantas posibilidades de la vida. Las palabras tejen, nos tejen construyendo la trama humana que es trama de vida. Quizás sea esta ausencia de palabras y abundancia de emoticones, mensajes hiperabreviados, conversaciones cibernéticas casi en código Morse, lo que nos está empobreciendo dando así espacio a tanta violencia, desamor y soledad… Digo quizás porque son muchos otros factores los que se suman a la ausencia de palabras que cuenten. Vaya un cuento entonces que cuent

Las ciudades y los cambios- Ítalo Calvino

A ochenta millas de proa al viento  el hombre llega a la ciudad de Eufamia, donde los mercaderes de siete naciones se reúnen en cada solsticio y en cada equinoccio. La barca que fondea con una carga de jengibre y algodón en rama volverá a zarpar con la estiba llena de pistacho y semilla de amapola, y la caravana que acaba de descargar costales de nuez moscada y de pasas de uva ya lía sus enjalmas para la vuelta con rollos de muselina dorada. Pero lo que impulsa a remontar ríos y atravesar desiertos para venir hasta aquí no es sólo el trueque de mercancías que encuentras siempre iguales en todos los bazares dentro y fuera del imperio del Gran Kan, desparramadas a tus pies en las mismas esteras amarillas, a la sombra de los mismos toldos espantamoscas, ofrecidas con las mismas engañosas rebajas de precio. No sólo a vender y a comprar se viene a Eufamia sino también porque de noche junto a las hogueras que rodean el mercado, sentados sobre sacos o barriles o tendidos en montones de alfo

El " Propio Sitio” (Un paso inevitable)

C uando el hombre vivía en el principio de los tiempos, su sensación de vulnerabilidad era tan grande y consciente, que no dudaba de la poderosa influencia del cielo, la tierra y la naturaleza, sobre su ser. Así creó sus oraciones y creencias. Actuaba con profundo respeto por todo y aceptaba las leyes del universo como guías en su vida. De esa conciencia de vulnerabilidad nacían sus creencias, también su respeto por el entorno. Sabían desde las vísceras que ellos y la tierra en que vivían eran una única y misma cosa. Durante mucho tiempo el ser humano deambuló por el inmenso espacio, siguiendo o imitando el movimiento de las estrellas, en busca del sitio adecuado. Su "Propio Sitio ". Ese sitio que les resultaba fecundo y afín, que les permitía dar el paso siguiente y cultivar creando así cultura. El tiempo pasó, el ser humano se asentó, se civilizó…. Y hoy es evidente que olvidó. Olvido que es vulnerable y se piensa inmortal Olvidó que pertenece a la tierra y