La vieja que vuela

 

Autor: Froilán, Escobar

Ed. Sudamentricana Bs. As 1997

 

 vieja pajaro vuela Yo cojo y aguanto, aguanto mucho el resuello y después me suelto, sueño con perfume de flor, lirios y cosas, todavía sin compromiso con el aire. Me mortifico primero de ilusión, y después me voy, con grupa y todo, en un flotar para arriba.

Siento cabestrear el empuje, el goce, que me pone ensimismado el corazón de tan ligerito. Me voy, eh, consagrada, noviada con el aire. El pescuezo del cuerpo se me estira. Entonces veo, veo, veo. Los montes se recrecen en lo azulito y cobran techo hasta la lejanía. Y el mar todo, un volumen: las olas cresteando espuma, fuíquiti fuácata, sin definición traída, espontáneas. Es un mecerse. Son cosas que le añoro a la naturaleza.

    La gente dice que tengo encantamiento, que me arrobo y sobrenado en mis creencias. Pero no es verdad. Yo siempre he tenido esta disposición. Desde niña. Desde que trepaba a los copitos y veía lo fácil que ejercían los pájaros el cielo. Entonces me comprometí con este querer. ¿Me enamoré, con mucho, de mis instintos? ¿Me enamoré con amor del no arrastrarme? Puede ser. Éramos muy pobres cuando ese soñar. Muertaehambre, sajuma, decían. Yo me inventé mi abundancia. Me respiraba el mundo, el aire, que no es de nadie. Pero no fue hasta el futuro de muchos años que me salió, en sí, esta levitación.

    ¿Me comprende? Fue un día, alboreando la noche. Apreté los ojos, duro, como para ver los potreros lejanos. Sentí el cosquilleo, el capullear. Brotaba la cáscara y me hacía liviana, algodón. Al abrir los ojos ya estaba en confrontación con las nubes, coqueteando al lado de un zorzal. Eso es muy lindo.¿Usted nunca a sido paloma?¿Nunca, ciertamente? Pues así le empieza y le convida este vértigo.

    La gente dice que me ha visto volar, que me ha visto en mis flotaciones. Yo no. Yo sólo le alcanzo a usted el paisaje, el capuchón que uno le ve al mundo cuando anda, arreado, arriba. Por lo demás, no, no me veo. Me lo imagino porque la gente dice que es bonito. Que voy echando un suspiro y me muevo. Planeo a veces a la altura de un galán de noche, libando con el pescuezo estirando los olores, y otras por los copitos de la baría. Pero nunca me voy al aerostato de lo más alto, por no perderme. Lo mío es florear las matas, engatusarme con melindres, oler la música del viento. No tengo otra alcurnia ni es por congraciarme.

    Bajar es lo que no me conozco. Cuando me voy en este viaje, me entretengo, me columpio o me empariento de emoción con las mariposas. Congrego porciones de rocío, pero después, luego como quien dice, no me sé el regreso. No me convida. Quisiera quedarme en esas liviandades mías. ¿Usted nunca se ha sentido dichoso con todo el cuerpo? ¿No? Pues tenga: es así .Le canta un pájaro, un ruiseñor por dentro , le sortilegia el corazón, y no hay , en todo el redon del mundo, un paladear más sabroso. ¿Entendiste?

    Mi hijo es el que más me sabe. Cuando muchacho me veía ambicionarle balcones al viento. Le decía cosas, le hablaba. Entonces a él le dio por la manía de criar pajaritos. No hizo como yo. Le armó una carpa al monte y empezó a juntarlos de todas las especies y colores. Ahí tiene carpinteros, guanabaes, sensérnicos, choncholíes, tojositas, cartacubas, sinsontes y otros muchos, buchones y de gorjeo. Él los cariña y estudia, Se pasa haciendo medidas de su catapulta de vuelo. Pero lo más, es verlos cómo se posan. Le vieron y se le figuran en el hombro, y hasta se limpian el piquito. ¡Serán pajareros! Éste,  mi hijo, le ha cogido amor a tenerlos. No están aprisionados, tocan el cielo y se reproducen de huevos y pichones. Lo de mi hijo es mirar. Lo mío  es querer. Él nunca me dice que vuelo, que me da por darme y que me enpino. No sé si es por pena, por la vergüenza que le habrán dicho. Ahora, me he descubierto un curricán amarrado al pie. Parece que para que no me satisfaga en lo lejos. Ya se lo digo: no es sobrenatural artificio. Cuenturías. Es sólo poco acatamiento de la pobreza, haber vivido sin nada, sin el tan siquiera. ¿Se da cuenta?

    No embrome. ¿Qué usted no entiende de volar ni en aeroplano? Yo sí. Lo que pasa es lo que le digo: en mis tiempos era más difícil volar en aeroplano que volar de verdad.

    Yo escogí mi manera. Mucha gente ha olvidado esto. Por eso me acampan encima sus calumnias. Ellos quizás volaron en avión. Yo no. Yo tenía que contentarme con el suelo y hacerme de mi altura propiamente.

    Volar no es más que soñar de otra manera. Saque la cuenta. Usted se acuesta, se ilusiona bastante, mucho, y le da por la flotación sin embustes ni pegapega de alas. No creo en los angelitos. Yo sé lo mío.¿O acaso usted piensa que las palomas y los zorzales siempre tuvieron alas?¡Qué va! ¡Ellos también anduvieron un día  por el suelo! Por eso se contagiaron y aprendieron a trepar el cielo mediante alas y travesía de sustancia. Se pusieron livianos de tanto querer y de tanto intentar. Como oye. Y vea, ahora congregan ellos mismos la altura. Sucede con todo. Antes hay que desear, en muchísimo y más.¿Se da cuenta? Lo mío no es hacer visiones de espanto. No caramba, es comportamiento de dulzura.

    La gente dice que me ha visto volar y le creo, por qué mentiría que uno va a soñar con cosas que no existen. Lo nunca visto, no. Volar es gusto saboreado. Pregúntele a los pájaros.

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