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Mostrando entradas de agosto, 2011

Cuento: La espera

un cuento de Amillo José - (España) La pequeña aguja del despertador señalaba las nueve. Sin embargo, la precaución había sido innecesaria: eran poca más de las ocho y Miguel estaba despierto. La mañana se dibujaba apenas en el balcón haciendo presentir un día oscuro de niebla. El tic-tac del reloj sonaba metálico en la atmósfera tibia del cuarto. Miguel tenía la misma sensación de pesadez que todas las mañanas le llenaba los ojos, aquella sensación que le obligaba a mantener durante un rato los párpados medio extendidos. Tardó en espabilarse. Sentía en la piel el contacto cálido de las sábanas que le sumía en un agradable abandono. No tener que moverse; no tener que pensar. Eso deseaba en aquel momento. Pero a medida que sus ojos se iban refrescando su mirada se iba deteniendo en los objetos ya delimitados, el pensamiento comenzaba a penetrar en la vida real. "A las diez debo estar en la estación." Permanecía inmóvil en la cama. Ahora que las ideas se habían concentrado, su

Chango Farías Gómez emprendió vuelo a mejores vientos

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Esta mañana partió el Chango a otros pagos y otros cantos, dejándonos sus letras, sus creaciones, sus sonidos que han llenado de belleza nuestro folklore durante años. Seguro que este viaje lo lleva a descubrir otros sonidos y a embelesar otros oídos. Por eso le deseo buen vuelo y GRACIAS. Nos cuenta Página 12 Para leer más http://www.pagina12.com.ar/diario/ultimas/20-175248-2011-08-24.html Farías Gómez nació el 19 de diciembre de 1937 en Santiago del Estero y pasó su infancia y adolescencia en el barrio porteño de San Telmo. En 1960, formó el grupo Los Huanca Hua junto con su hermano Pedro Farías Gómez, Hernán Figueroa Reyes, Coco del Franco Terrero y Guillermo Urien. El grupo revolucionó el modo de interpretar la música folklórica, mediante complejos arreglos vocales, introduciendo la polifonía y el uso de fonemas y onomatopeyas para marcar el ritmo. En 1964, realizó los arreglos de percusión para la Misa Criolla de Ariel Ramírez y fue intérprete de la percusión en la primera gra

Freyja y Odur.

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Mito Celta (Nórdico) de la Diosa Freyja Freyja, la diosa de cabellos dorados y ojos azules, era también, en ocasiones, considerada como la personificación de la Tierra. Como tal, se desposó con Odur, un símbolo del Sol veraniego, a quien ella amaba mucho y con el que tuvo dos hijas, Hnoss y Gersemi. Estas doncellas eran tan hermosas que todas las cosas bellas eran denominadas con sus nombres. Mientras Odur permaneciera a su lado, Freyja estaba sonriente y era completamente feliz. Pero Odur era de espíritu inquieto y cansado de la vida sedentaria, abandonó un día el hogar súbitamente y se dedicó a vagar por el ancho mundo. Freyja, triste y abandonada, lloró largamente, cayendo sus lágrimas sobre las duras rocas, ablandándolas. Se dice que incluso llegaron a introducirse en el mismo centro de las piedras, donde se transformaron en oro. Algunas lágrimas cayeron al mar y fueron a transformadas en ámbar. Cansada de su condición de viuda y anhelando coger a su marido en sus brazos una vez

“Grillo y la princesa”

Cuento Tradicional Argentino (de la serie de Pedro Grillo) Un rey se estaba haciendo viejo, y sólo tenía una hija; y el problema es que la hija no quería a ningún pretendiente: entonces, el padre, cansado de traerle a todos los príncipes vecinos y de lejos, mandó a decir un día, que a cualquiera que conquistara a la princesa, se la iba a dar, así fuera príncipe o no. Entonces mandó a la princesa a que se pasease con la carroza por todo el reino, a ver si veía a uno que le gustara, y nada. Pero en una de esas estaba Grillo, vio a la princesa, y se enamoró de ella, y pensó: “quiero que la princesa se quede embarazada de mí”. Y tanto lo quiso que fue así y la princesa no había estado con él ni nada. Es que cuando uno quiere algo, y lo quiere de veras, no sé cómo, pero se hace, así que hay que tener cuidado con lo que uno quiere. El asunto es que la princesa apareció embarazada, y el rey, que quería saber que quién era el padre, y la princesa que no tenía ni idea, y que ella no había e

Una lección para reyes

CUENTO TRADICIONAL ORIENTAL Por los tiempos en que Brahma reinaba en Benarés, era tanta la justicia que había en sus actos, que poco a poco, todo el mundo se hizo justo y nadie acudía ya a los tribunales, por lo cual éstos estuvieron a punto de ser cerrados. " Es necesario que alguien me haga ver mis faltas -se dijo un día Brahma.- No es posible que mi conducta sea perfecta, pues el hombre no es perfecto y yo al fin y al cabo soy humano. En los tribunales han perdido ya la costumbre de juzgar, pues mi pueblo no acude a ellos. Será necesario preguntar a aquellos que me rodean, para saber mis defectos, y corregirme de ellos." Pero los cortesanos, sólo tuvieron palabras de alabanzas hacia él, y ninguno le descubrió falta alguna. "Es por el temor que inspira la realeza, que me hablan así" -pensó Brahma, y al día siguiente salió de palacio y preguntó a los que allí vivían, cuáles eran sus faltas, pero tampoco encontró a nadie que le prodigase otra cosa que alabanzas. En

EL CANTO DEL VIENTO

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Escrito bellísimo de ATAHUALPA YUPANQUI Corre sobre las llanuras, selvas y montañas, un infinito viento generoso. En una inmensa e invisible bolsa va recogiendo todos los sonidos, palabras y rumores de la tierra nuestra. El grito,. el canto, el silbo, el rezo, toda la verdad cantada o llorada por los hombres, los montes y los pájaros van a parar a la hechizada bolsa del Viento. Pero a veces la carga es colosal, y termina por romper los costados de la alforja infinita. Entonces, el Viento deja caer sobre la tierra, a través de la brecha abierta, la hilacha de una melodía, el ay de una copla, la breve gracia de un silbido, un refrán, un pedazo de corazón escondido en la curva de una vidalita, la punta de flecha de un adiós bagualero. Y el viento pasa, y se va. Y quedan sobre los pastos las "yapitas" caídas en su viaje. Esas "yapitas", cuentas de un rosario lírico, soportan el tiempo, el olvido, las tempestades. Según su condición o calidad, se desmenuzan, se quiebr

Cuento: EL LECHERO

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Un cuento de José S. Álvarez (Fray Mocho) Siendo la leche el primer alimento que se le da a los recién nacidos, necesario era que mi primer artículo para Caras y Caretas tuviese sabor lácteo, para lo cual ningún tipo de los que me obligaron a presentar incomodaba tanto a mi propósito como el del lechero. Ya se fue el marchante de los buenos tiempos viejos, que los niños esperábamos ansiosos por la yapa de leche, exigua y por ello sabrosa, y los más grandecitos y traviesos, por el mancarrón cargado con los tarros, sobre cuyas tapas envueltas en trapos se extendía el cuero de carnero que le servía de trono y sobre el cual, arrodillado y erguido el busto, marchaba a trote de lechero, como se decía, el viejo vasco cantor y alegre. ¡ Qué famosos galopes hasta la bocacalle, con corrida de todos los perros vecinos! Se fue el marchante y con él se ha ido una nota típica de Buenos Aires y también el arreador usado como cetro; la boina terciada sobre la oreja; el chiripá de grano de oro cayen

LA MUJER QUE DEVOLVÍA LAS ESTRELLAS AL OCÉANO

  Bajo los zarpazos de una tormenta formidable el océano se agigantó y durante toda la noche estuvo estrellando su furia contra la playa. Olas de más de cuatro metros arrojaron sus entrañas de caracolas, peces, algas y mil otros elementos. Cuando al amanecer se calmó la tormenta, la playa estaba totalmente cubierta de estrellas de mar, que palpitaban levemente a la luz tibia de la mañana. Una caminante madrugadora empezó a devolverlas al océano en una empresa que, de antemano, parecía condenada al fracaso dada la enorme cantidad de estrellas en la arena. —Buenos días, señora —le dijo un turista que la miraba con asombro. —¿Puede usted decirme qué es lo que está haciendo? —Devuelvo estas estrellas de mar al océano. Si no las devuelvo pronto, morirán por la falta de oxígeno- contestó ella. —¿Pero no le parece inútil y descabellado su esfuerzo? Hay millones de ellas y es imposible de agarrarlas a todas. Además, posiblemente haya cientos de playas cubiertas también de estrellas de mar que