Homenaje a Benedetti
Hoy se cumple el cuarto aniversario desde que Mario Benedetti voló con sus poéticas palabras a esa otra otra dimensión dónde dicen algunos, y me gusta creerlo, florecen los sonidos creando incansables entretejiendo luces y oscuridades. Él que supo del exilio, del dolor y la fortaleza del espíritu. Él que construyó esperanza y fustigó vergüenzas hoy donde quiera que esté seguro se ha enterado de la muerte de uno de los muchos seres aberrantes y ante ello se me ocurre que diría estas palabras….
Benedetti - Defensa de la alegría
Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos
defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias
defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.
Y yo pensé y escribo:
Defender la alegría de los momentos solitarios y de los acompañados,
de los desencuentros y los encuentros,
de las palabras y los silencios,
de los cuentos que andan al tum tum,
de los puntos susspensivos.......
Resistencias:
Hay quienes se resisten deshilachadamente
a morir sin haberse concedido
un año un mes una hora de goce
y espera ese don cultivando el silencio
vaciándose de culpas y de pánicos
descansando en el lecho del cansancio
o evocando la infancia más antigua
así / con la memoria en rebanadas
con ojos que investigan lo invisible
y el desaliento tímido y portátil
que se cubre y descubre a duras penas
así miden el cuerpo torpe cándido
ese montón de riesgos y de huesos
áspero de deseos como llagas
que no elige agotarse mas se agota
merodean tal vez por la nostalgia
ese usual laberinto de abandonos
buscan testigos y no los encuentran
salvo en las caravanas de fantasmas
piden abrazos pero nadie cae
en la emboscada de los sentimientos
carne de espera / alma de esperanza
los desnudos se visten y no vuelven
el amor hace un alto en el camino
sorprendido in fraganti / condenado
y no obstante siempre hay quien se resiste
a irse sin gozar / sin apogeos
sin brevísimas cúspides de gloria
sin periquetes de felicidad
como si alguien en el mas allá
o quizás en el más acá suplente
fuera a pedirle cuentas de por qué
no fue dichoso como puede serlo
un bienaventurado del montón
Mario Benedetti nació el 14 de septiembre del 1920, en el Paso de los Toros (Departamento de Tacuarembó, Uruguay), una ciudad a 200 kilómetros al norte de Montevideo, y murió en Montevideo el 17 de mayo de 2009. Vivió desde muy joven en la capital uruguaya y se educó en el Colegio Alemán y el Liceo Miranda. Trabajó, en Montevideo, como vendedor, taquígrafo, contable, funcionario público y periodista.
Entre 1938 y 1941 residió casi continuamente en Buenos Aires, pero en 1945 regresó a Montevideo y pasó a formar parte de la redacción del semanario Marcha, donde escribió hasta 1974, cuando la publicación fue clausurada por el régimen militar. En 1973, Benedetti se exiló y durante 12 años residió en Argentina, Perú, Cuba y España.
Comentarios
Publicar un comentario
¡Hola a tod@s!
Vuestros comentarios son bienvenidos.
¡Les invito a visitar mi otro blog de cuentos