Se busca un amigo


        por Vinicius de Moraes

No es necesario que sea hombre, basta que sea humano, basta que tenga
sentimientos, basta que tenga corazón. Se necesita que sepa hablar y callar,
sobre todo que sepa escuchar.
Tiene que gustar de la poesía, de la madrugada, de los pájaros, del Sol, de la
Luna, del canto, de los vientos y de las canciones de la brisa.
Debe tener amor, un gran amor por alguien, o sentir entonces, la falta de no
tener ese amor. Debe amar al prójimo y respetar el dolor que los peregrinos
llevan consigo. Debe guardar el secreto sin sacrificio.
No es necesario que sea de primera mano, ni es imprescindible que sea de segunda
mano. Puede haber sido engañado, pues todos los amigos son engañados.
No es necesario que sea puro, ni que sea totalmente impuro, pero no debe ser
vulgar. Debe tener un ideal, y miedo de perderlo y, en caso de no ser así, debe
sentir el gran vacío que esto deja.
Tiene que tener resonancias humanas, su principal objetivo debe ser el del
amigo. Debe sentir pena por las personas tristes y comprender el inmenso vacío
de los solitarios. Debe gustar de los niños y sentir lástima por los que no
pudieron nacer.
Se busca un amigo para gustar de los mismos gustos, que se conmueva cuando es
tratado de amigo. Que sepa conversar de cosas simples, de lloviznas, y de
grandes lluvias y de los recuerdos de la infancia.
Se precisa un amigo para no enloquecer, para contar lo que se vio de bello y de
triste durante el día, de los anhelos y de las realizaciones, de los sueños y de
la realidad. Debe gustar de las calles desiertas, de los charcos de agua y los
caminos mojados, del borde de la calle, del bosque después de la lluvia, de
acostarse en el pasto.
Se precisa un amigo que diga que vale la pena vivir, no porque la vida es 
bella, sino porque se tiene un amigo. Se necesita un amigo para dejar de llorar.
Para no vivir de cara al pasado, en busca de memorias perdidas. Que nos palmee
los hombros, sonriendo o llorando, pero que nos llame amigo, para tener la
conciencia de que aún se vive.

 

Y ¿por qué este día es el día?

A pesar de que la celebración como tal nació en Argentina, un precedente importante surgió en Paraguay, en 1958, de la mano del doctor Ramón Artemio Bracho. Este evento denominado “Cruzada Mundial de la Amistad” consistió en una campaña a favor de la Amistad y la Paz realizada el 30 de julio. Día en el que se fijó en este país y en algunos más de sus alrededores el Día de la Amistad.

Fue de la mano de Enrique Ernesto Febbraro, un argentino profesor de filosofía, psicología e historia además de odontólogo y músico, que fue fundado el “Día del Amigo” que ahora celebramos el día 20 de julio y quien le otorgó un carácter más internacional del que la “Cruzada Mundial de la Amistad” paraguaya tenía.

La fecha que eligió para conmemorar a la amistad no fue fortuita, sino que la hizo coincidir con el día de 1969 que el primer hombre se paseó por la luna. Fue poco después de este hecho cuando Febbraro envió un millar de cartas a diferentes lugares del globo de las que recibió 700 contestaciones reforzando así el carácter mundial de esta celebración que no pretende subrayar las diferencias culturales de las personas sino más bien unirnos a todos a través de un concepto común: la Amistad.

Más tarde esta jornada sería oficializada primero en Buenos Aires, después en toda Argentina y más tarde en muchos países del continente. A lo largo de los años se irían sumando países de otros continentes para así lograr el objetivo que este día se proponía. Durante este tiempo Enrique Ernesto Febbraro optó al premio Nobel de la Paz en varias ocasiones.

Desde entonces se ha celebrado esta fecha de muy diferentes maneras según la región, con una simple felicitación  o con un detalle. Pero también se pueden encontrar diferentes curiosidades sobre este día. Por ejemplo, en algunas regiones tienen lugar juegos como el Amigo Invisible o las Gymkhanas.

 

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