Los Pies Desnudos
Un cuento de Silvina Ocampo.- Argentina Esas peleas servidas como fiambres del día anterior son las peores, nos atan a un malestar hecho de nudos dobles, imposibles de deshacer, tienen la consistencia pegajosa de las cataplasmas, pensaba Cristián Navedo, mientras agravaba el desorden de su escritorio apilando libros y papeles nuevos, cuya presencia agrandaba las cordilleras que crecían sin cesar sobre la mesa. Tenía el temor constante de morir asfixiado debajo de los papeles perdidos para siempre en el desorden, papeles que se buscan y no se encuentran nunca, porque nadan en una zona indefinida de otros papeles detrás de los estantes, enredados para siempre en la obscuridad de los rincones empolvados de tierra. Y sin embargo, le habían enseñado de chico a ser ordenado, a doblar la ropa sobre una silla al acostarse, a guardar los cuadernos y los lápices en el cajón del pupitre, y más de una vez lo habían dejado sin postre. Pero tod