La campesina, el erizo y el gallo

 

Cuento popular de Marruecos

Un antiguo proverbio decía: «Cada uno es como es».

Este cuento lo demuestra

erizo

 

Una campesina volvía a su casa llevando una enorme gavilla sobre la cabeza, cuando de pronto vio un erizo a la vera del camino.

«Esto me servirá para acompañar el cuscús[1] que voy a preparar mañana», se dijo. Con un movimiento rápido arrojó su carga a un lado y se puso a correr tras el animal.

Cuando éste comprendió que no era lo bastante veloz para escapar, se enrolló sobre sí mismo. A pesar de los pinchazos, la mujer logró cogerlo. Acomodó aquella bola de púas entre las ramas de su gavilla y continuó su marcha con la carga sobre la cabeza. Al llegar a su casa, puso el erizo debajo de un gran tamiz[2] y colocó una piedra encima. Aquel día había una boda a la que estaban invitados todos los vecinos del pueblo. La mujer se arregló y se fue a la fiesta.

El erizo utilizó todas sus fuerzas para dar la vuelta al tamiz, pero tuvo que dejarlo por imposible, ya que la piedra colocada encima de la alambrera era demasiado pesada para él.

Se puso a gritar de rabia y después intentó imaginar la forma de salir de aquella situación.

Así fueron pasando las horas. Cuando la campesina volvió de la boda, el animal estaba rígido y tendido patas arriba. La mujer creyó que estaba muerto, pero esto no le preocupó, ya que había comido mucho. Levantó el tamiz, cogió el erizo por una pata y lo arrojó entre los matorrales. El animal esperó sin moverse hasta que la mujer se fue, y luego huyó.

gallo

Uno de los gallos de la campesina lo había visto todo. A la mañana siguiente, picoteando entre las piedras del camino, encontró una bolita de ámbar[3] que una aldeana debía de haber perdido yendo hacia el aljibe, y creyendo que era comestible la tocó con el pico. Al ver que era muy dura, insistió golpeándola cada vez más fuerte. Fue así como la punta del pico penetró en la cuenta de ámbar, donde quedó atrapada. El pobre gallo ya no pudo ni comer, ni beber, ni cantar. Avergonzado por lo que le ocurría, permaneció escondido todo el día, hasta que el erizo lo descubrió y, burlándose de él, lo ayudó a liberar su pico.

—¡Con qué poco te das por vencido! —le dijo irónicamente.

—Puedo decir otro tanto de ti —replicó el gallo—. Lo que te pasó bajo el tamiz no es mucho mejor.

—Olvidas que con sus innumerables agujeros era mil veces más peligroso que la cuenta de ámbar, que sólo tiene uno.

—¡Qué va! Un agujero, cuando sólo se tiene un pico, equivale a mil agujeros cuando se tienen mil púas.

MAGREB: Región situada al norte de África, el Magreb significa el Poniente para los árabes, y agrupa Marruecos, Argelia y Túnez. Los cuentos de este libro pertenecen a esta vasta región atravesada por la cadena montañosa del Atlas

Texto tomado en préstamo para compartirlo del libro de Jean Muzi - 30 cuentos del Magreb. La ilustración es de Frédéric Sochard y la traducción de Omar Emilio Sposito

Jean Muzi nació en Casablanca. Tras pasar su infancia en Marruecos, estudió Literatura, Cine y Artes Plásticas en París. Le encanta viajar y conoce muy bien el mundo árabe. Ha trabajado mucho sobre el cuento tradicional y sigue haciéndolo, escribiendo al mismo tiempo textos más personales. Es un apasionado de la fotografía, el collage y el fotomontaje

Omar Emilio Sposito (traductor). Nació en Buenos Aires (Argentina). Reside desde hace muchos años en Francia, donde ejerce la docencia universitaria como profesor agrégé de Letras y Civilización Hispánica. También es poeta.


[1] Cuscús: comida típica magrebí, hecha con sémola en grano y salsa, servida con carne o verduras.

[2] Tamiz: Instrumento compuesto de un aro y de una tela de malla, a través de la cual se pasan algunas cosas, como la harina, para separar las partes sutiles de las gruesas.

[3] Ámbar: Resina fósil, de color amarillo más o menos oscuro, dura y semitransparente, que se emplea para hacer las perlas del Magreb y de otros lugares.

 

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